jueves, 21 de mayo de 2009

Saberse planta

Presiento que esta noche soy un Lirio (Martín Buscaglia)




Fría y gris en mi mente, futura paradoja producto de la apresurada subjetividad con la que se miran y se juzgan las cosas cuando todavía no se conocen lo suficiente (y más aún cuando se trata de una ciudad en plena primavera), Montevideo había sido hasta entonces, para mí, más una desilusión que una conquista. La sucesión de hechos maravillosos que creía debían ocurrirme todavía no había llegado.

Vi el afiche desde el asiento trasero, apretujado contra una de esas insólitas barras de seguridad de los taxis montevideanos que me hacían doler las rodillas todas las mañanas. En una esquina mis ojos se toparon a través del cristal empañado con el cartel algo desgarrado por el viento que, receloso, se mecía escondiendo un mensaje que no estaba seguro de haber leído del todo bien. "No podrás leerme tan fácilmente", parecía decirme. Estuve atento pero no volví a ver otro igual en el camino. Esa tarde volviendo al hotel pasé por la misma esquina. Me acerqué despacio para tomarlo desprevenido y estirándolo por los costados pude leer con claridad lo que me había parecido: 'Maceo Parker en Concierto'.

El día siguiente llegué a 'Central' con la suficiente anticipación como para que me dijeran que todavía no habían abierto las puertas. En un ataque de necesidad de urbanidad crucé la calle y entré en 'la Pasiva' para hacer tiempo. Acodado a la barra disfruté de una húngara y un liso mientras cruzaba comentarios de fútbol con uno de los mozos. Volví a la carga cuando vi que la gente ya empezaba a entrar.

Parado al borde del escenario (no podía creer la dicha de estar tan cerca) y cuando recién terminaba de acomodarme entre la gente, tres tipos con instrumentos se pararon decididos frente al público y comenzaron a escucharse aplausos y gritos, indicando que había algunos que conocían al telonero local que se presentaba. Sin darme tiempo a preguntar quiénes eran esos tres comenzó a sonar una música inesperada, equilibrada, fresca, contundente, de letras audaces y una interpretación cuidada y lograda. Un pelado (el pelado) y su mandolina cautivaban a todos desde el escenario, y tras unos pocos minutos dijo 'muchas gracias' y desapareció con su banda tan sorpresivamente como había aparecido. Fueron sólo 4 canciones. Antes de que empezara el show principal yo ya estaba satisfecho. Tuve que preguntar varias veces hasta que alguien me pudo confirmar con seguridad su nombre completo. 'Martín Buscaglia', me repetí varias veces mientras veía como varios hombres/hormiga transformaban el escenario para que toque el señor Maceo.

Debo decir que el CD de Martín Buscaglia que conseguí al día siguiente, a un precio exagerado en una disquería de Ciudad Vieja y hace ya casi tres años, fue uno de los últimos que compré (al menos uno de los últimos originales que compré). Lo escuché muchas veces y me encontré con que además de las pocas canciones que había tocado esa noche las demás canciones del disco también eran muy buenas. Fue una dignísima última compra.

Esta canción me sorprendió en medio de un shuffle mientras buscaba posibles temas con los que seguir nutriendo este espacio. Recordé esa noche y recordé a Montevideo, ahora paradójicamente, colorida y acogedora. Tan colorida y acogedora como la imagen de un Lirio.

Y casualmente por estos días ando sintiéndome un poco como una planta.

http://www.martinbuscaglia.com/

3 comentarios:

Jones dijo...

delirio de Lirio

seba dijo...

bien loco que alegria que estas de vuelta. gracias por escribir y hacerme viajar aunque sea unos minutos... ahora a no aflojar.
un abrazo grande,
el seba

SerViajera dijo...

Qué buen retorno... Cuánto gris rioplatense montevideano y cuánto violeta y amarillo y blanco de lirio.
me encantó