domingo, 4 de marzo de 2012

Redescubrir

                 [Raíz: parte de una cosa, de la cual, quedando oculta, procede lo que está manifiesto.]

Mucho se habla de la importancia de conocer cosas nuevas. Se ha vuelto, en ciertos casos, una obsesión sin sentido en estos tiempos donde todo está al alcance de la mano. Con la excesiva acumulación de información que sufrimos diariamente a través de los medios de comunicación, internet principalmente, la diferencia entre conocer y entender es cada vez más difusa. Nos volvemos presas de la angustia que produce tener tantas alternativas de elección y al no saber qué hacer con tanto decidimos quedarnos con mucho más de lo que podemos manejar.

El campo de la música no escapa a esta realidad, y desde la explosión de los downloads la gente se volvió obsesionada por “tener” música y por el solo hecho de acumular. El que más sabe no es el que más sabe, sino el que más tiene. Yo mismo me encuentro a veces con que tengo discos enteros en mi colección virtual que bajé y jamás escuché, y sin embargo cuando me preguntan digo con orgullo y cara interesante que “tengo un montón de música”.

Desde mi adolescencia me gustó mucho investigar el universo musical y tratar de escuchar la mayor cantidad de música posible. Pero, aunque corro el riesgo de pecar de melancólico, antes era mejor. Podía pasarme semanas recorriendo disquerías en busca de un álbum, preguntando, haciéndome amigo del dueño, hojeando los libritos, coqueteando con un disco u otro hasta tomar la decisión y pagar esos $20 que tanto había costado conseguir. Llegar a mi casa con un nuevo disco era un momento único que alcanzaba su clímax cuando, solo en mi habitación y sin nada que me interrumpiera, me sentaba frente al equipo y lo escuchaba de punta a punta, disfrutando al máximo cada canción.

Años después, cuando con la evolución de internet descubrí que podía tener acceso básicamente a tanta música como quisiera, me convertí en un experto buscador y me obsesioné con estar a la vanguardia de la actualidad musical, de las bandas más novedosas del indie y de distintos géneros, fusiones y movimientos. Fue (y sigue siendo) un período muy enriquecedor. Pero cometí un error: sin saber porqué en algún momento del proceso comencé a renegar de la música con la que había crecido, no en cuanto a su calidad sino en cuanto a su capacidad de hacernos quedar en el pasado. Pensé que nunca más iba a poder escuchar un tema de Zeppelin, Yes, Crimson, Spinetta, Hendrix, incluso Faith No More o Living Colour sin sentirme un ser arcaico.

Pero como tantas otras veces, quedé en deuda con el destino: hace ya un tiempo salí a correr por primera vez desde una operación de rodilla. Después de 6 meses parado tenía una gran ansiedad por redescubrir el placer del deporte. Me preparé y busqué mi ipod por todos lados y no pude encontrarlo, pero encontré otro reproductor de mp3 y sin fijarme qué tenía adentro salí. Hice una parte del recorrido sin música porque quería estar atento a mi rodilla, y cuando ví que no había problemas me detuve para elegir qué escuchar. Era un reproductor antiguo que usé en un viaje en el 2005 y sólo tenía “cosas viejas”. Elegí Superunknown y a los pocos metros me dí cuenta de lo equivocado que había estado durante todos aquellos años. Me perdí en las guitarras omnipresentes de Kim Thayil y el clímax  musical de Chris Cornell. Terminé con Rush incrédulo de haber estado tanto tiempo sin escuchar Tom Sawyer o Fly by night. Y me sentí realmente estúpido y afortunado al mismo tiempo.

Y así de casualidad, mientras corría, me di cuenta que estaba redescubriendo toda una época de mi vida que arbitrariamente me había prohibido disfrutar durante mucho tiempo y sentí que estaba recuperando parte de mi identidad. Rescaté mis discos de una valija y ahora me permito disfrutar de música que no escuchaba hacía años. ‘Huir lo viejo’ o ‘Arrancarse de lo conocido’, como dice Güiraldes, es una buena premisa pero algo peligrosa si se abusa de ella. En su justa medida es necesario ponerla en práctica para abrir la cabeza y llegar hasta cosas nuevas; tal vez sin este período de rechazo no hubiera conocido todo lo que conocí.

Mi elección para esta entrada son estas dos (muy distintas entre sí) joyas de mi raíz musical personal:

La primera “Under Cover of Darkness”, un tema de Living Colour del álbum “Time’s Up”. Hace 15 años solíamos hacer veladas con mi profesor de guitarra (ahora amigo) para escuchar música, éramos varios y cada uno tenía el derecho de elegir 2 temas por noche. Entonces todos hacían silencio y escuchaban. La última vez que fui a una de estas reuniones puse esta canción que para mí sigue y va a seguir siendo perfecta.

La segunda es un tema mucho más clásico de una banda muy fuertemente ligada a mis recuerdos de la infancia y adolescencia, cuando mi viejo escuchaba Yes y yo no entendía cómo podía gustarle la voz de Jon Anderson que parecía que cantaba con un gancho para colgar ropa estirándole la garganta. Años más tarde cuando soñaba con tener una banda y tocar frente a mucha gente me imaginaba haciendo “Hold On”...

Como sea, mis amigos y desconocidos, mi mensaje final es invitarlos a Redescubrir. Saquen del arcón de cosas olvidadas esos discos del pasado, desempolven sus oídos y quizás, quien sabe, se lleven una agradable sorpresa.

(si la canción no carga bien dénle actualizar o F5 para que vuelva a cargar)
Under Cover of Darkness by Living Colors on Grooveshark
Hold On by Yes on Grooveshark